La sociedad ya no está solo enfadada, está encolerizada. La diferencia no es mucha en cantidad, pero sí en calidad. Las decisiones que se han tomado en el mundo electoral supone ganar un tiempo muerto, un periodo corto de espera, de ilusión contenida por parte de los que más sufren, que creen que peude haber solución. Si en breves meses esto no cambia, la desilusión se unirá a la cólera. Y una cólera sin pensamientos positivos de futuro, sin esperanzas de mejora creíble, es muy peligrosa.