Al verla me acerqué lentamente y solo un par de pasos, pero ella dejó de estar ensimismada para girar su cabeza hacia mi.
—¿Qué pretendes?— me preguntó con la mirada.
—Nada, es un instante, me voy enseguida— le dije mientras me buscaba la cámara del bolso.
Volviço a girar la cabeza hacia el mar y pasó de mi. Aquello me tranquilizó pues supuso que me había creído.