La libertad engorda. O al menos a este periquito parece engordarle. Deben ser los músculos por volar, o la sensación de que debe aparentar más fortaleza, más tamaño, para acojonar a sus enemigos. La libertad es necesaria para volar y curiosamente siempre tenemos las alas preparadas para ello aunque no nos lo creamos antes de empezar a volar. A veces nos convencen de que no sirven para nada, con tal de que no se nos ocurra volar por nuestra cuenta.