A veces las sorpresas en forma de cuatro
rayas te las puedes encontrar en cualquier esquina. Esta chica sonriente y con
labios carnosos me la encontré tras un cristal, mirándome con esos ojos azules
de sueño. Flipé por la sencillez de sus rayas, recordándome a un amigo que con
cuatro segundos y media docena de trazos rápidos pero seguros te hacía un
retrato en cualquier momento de aburrimiento.