En los nombres de las calles está sin duda el espíritu del momento. Calle del Chorrito, nos imaginamos que del chorrito de la fuente del pueblo, de La Alberca. Queda un nombre muy simpático, que se conserva como es lógico, pues las historias de los lugares no nos pertenecen a nosotros, sino a todos, los que estamos, los que estuvieron y los que estarán.