En aquel patio, estar sentadas en el suelo dibujando la historia, me pareció un lujo de sueños. No eran niñas sino libres, sabían que hay otros métodos para retener en la memoria los recuerdos, pero la sencillez del lápiz, de la pintura sobre papel, del carboncillo, es como un milagro que ayuda a crear luces y sombras. Aquellas damas habían logrado detener y retener el tiempo.