Ver la vida pasar a través de un barco es como separarte de la orilla de los demás para entrar en la bolsa uterina y soñar otra vez con la calma y el silencio. Pocos pueden vivir sobre el bamboleo de un barco, en algunas ciudades se permite en sus canales o rías el establecimiento fijo de viviendas estrechas que semejan embarazos alargados. Pero también hay restaurantes y cafeterías que por un precio díscolo que depende del barrio de asentamiento, puedes tomar un café pensando que aquello se mueve, pero tú no.