Antonio Gaudí tuvo que trabajar fuera de
Cataluña como es lógico en un gran arquitecto que debe rellenar huecos
laborales para ganarse los sustentos. En un impase de su construcción más
famosa, la Sagrada Familia, aceptó realizar este edificio en la ciudad de León
a finales del siglo XIX, en un tiempo record pues solo invirtieron 10 meses en
construirlo, teniendo en cuenta además que no había excesivos albañiles
profesionales y de calidad por lo que al final se requirió a la piedra como
elemento más importante del edificio. Gaudí tenía amigos comunes con los
propietarios del solar y del nuevo edificio lo que posibilitó su llegada hasta
la ciudad castellana, además de estar trabajando en las mismas fechas en el Palacio Episcopal de Astorga.
Aquel edificio hoy banco, iba a nacer
también como local de oficinas de prestamista y compra venta de acciones y de
comercio de telas, además de para viviendas particulares tanto para los dueños
del edificio como otras plantas superiores para alquilar a gente de León,
mostrando una bella imagen al exterior en una ciudad que empezaba a crecer
desde su zona vieja hacia un ensanche nuevo desde la zona donde se edificó este
edificio. Sus formas, la mezcla de piedra caliza y hierro, los negros de la
pizarra con el banco de la caliza, forman un conjunto maravilloso con un
pequeño secreto escondido.
El edificio está presidido por un San
Jorge sin caballo o un San Miguel, que nunca se sabe bien la diferencia entre
ellos, que se quiso suprimir en una reforma del siglo XX para poner en su lugar
la Virgen del Camino. Pero al intentar quitar la figura de San Jorge
descubrieron que en su interior se conservaban en un habitáculo los planos del
edificio y además de más documentos de la obra unos periódicos de la época,
como una primera piedra en la que seguramente fue una de las últimas que se
pusieron en la obra. Era obra de Gaudí, efectivamente.
Pero si la zona frontal impresiona en una
plaza rodeada de bellísimos edificios que rodean todo el entorno, hay que
trasladarse a la zona trasera del edificio Botines para ver la belleza y el
guiño que Gaudí deja con este edificio, al construir la esquina más fuera de
escuadra del edificio, como si de una proa de barco fuera, en una visión que
además permite fotografiar mucho mejor que en ningún otra la belleza total del
edificio.