En la entrada anterior hemos mostrado una pequeña animación,
pero no en video o en dibujo animado sino en fotografía. Una sucesión de obras
del artista sudafricano Robin Rhode en donde “pasan cosas”. Es una historia que
impacta, que trasmite a costa de 20 fotografías. Como si fuera un cortometraje.
La capacidad que tiene el arte para diseñar nuevas formas de
expresión son múltiples. La mezcla entre disciplinas también es notable para
dotar de vida distinta a cada una de ellas. En este caso la fotografía ha
servido para crear unas viñetas en forma de dibujos animados, de pequeña película
en movimiento.
Lo importante siempre, es lo que se cuenta, es la historia, el
personaje, el punto de vista, el drama, el final. Incluso el vacío, la forma, la pregunta, el saber atrapar la mirada, el retener la novedad, el escándalo, la rotura antes que la ruptura. La rotura puede ser la apertura de algo para encontrar el interior. La ruptura puede ser el abandono, la disolución. En una rotura suelen salir trozos nuevos. Tras una ruptura —a veces— ya no queda nada.
Debemos (o no) imaginar el
arte como una sucesión de obras literarias que cuentan cosas, bien sobre una
superficie o un espacio, pero que en gran medida juegan con reglas muy
similares en todos los casos. Podemos empelar distintos caminos, diferentes herramientas,
pero al final quien manda siempre es el espectador, y entre él y el que crea,
siempre hay un contenido , un cuento, una palabras escritas o no, una transmisión
de “algo”.
Convertir a un simple “algo” en un “todo” es el arte. Y
entra ambos están los creadores y los espectadores. Nada más. O nada menos.