Las noches cambian los colores. Todos. También los nuestros. De noche somos más oscuros por fuera pero más claros por dentro. Nos abrimos en canal y mostramos las entrañas para que los colores fluyan por dentro y no por fuera. En cambio las calles aumentan su color exterior aunque el auténtico sabor se vaya de las calles a los locales. Una noche sin locales es una noche vacía de posibilidades.