Se podría caer el bolso al abismo de la nada, quedaría fuera de la vista de los compradores, se perdería en el escaparate. Y eso no está bien pues para eso lo habían puesto enmarcado entre tanta belleza escultórica. Un simple empujón y adiós, pero nadie le dabe el soplo suficiente para moverlo. Valía menos que el aire que sujetaba el marco.