Surge sobre la mesa si de ciertas obras de
arte se deberían mostrar copias en vez de los originales y el ejemplo más
sencillo son las cuevas de Altamira. Hace varias décadas se podían ver en los
jardines del Museo Arqueológico de Madrid una réplica parcial de las cuevas de
Altamira y era una manera de conocer aquella belleza sin estropear el original
y mucho más accesible. No es lo mismo pero pude ser incluso mejor.
Ver junto a un gran cuadro de Velázquez
unas reproducciones parciales ampliadas con todos los detalles de las
pinceladas o los repintes es hoy posible. Pero nos parece un pecado. Podemos
con las técnicas actuales tener la misma sensación de color, impreso sobre
texturas de lienzo, dar información complementaria de una obra que el visitante
no puede observar.
Pero voy más lejos, es casi imposible
contemplar la Gioconda a una distancia correcta y con calma. No podemos
acercarnos al Guernica, no es posible llevarse un recuerdo fotográfico de
muchas obras de Picasso. Ilógico ¿no?
Ver según qué tipos de libros manuscritos
no es posible, ver una reproducción es sencillo. Los colores de la Dama de
Elche se han perdido ¿se podrían reproducir en una copia y ver el original y la
copia restaurada como se pintó (previsiblemente) a la vez y con información
educativa para entender la obra?
Tal vez debemos perder la necesidad
imperiosa de tener que contemplar solo los originales como si solo ellos fueran
capaces de trasmitir sentimientos, siempre y cuando sepamos trabajar bien las
copias. No todo vale, pero ahora hay técnicas para sin engañar hacer las cosas
mejor y sobre todo más seguras. Dentro de 500 años también tendrán derecho a
contemplar las bellezas pintadas por Goya las personas que vivan en estos
lugares.