Isaac Mahow es un joven artista de Zaragoza que se considera un
escritor de paredes. Amante de la literatura que además emplea para crear junto
al spray, es un referente en el arte urbano por la delicadeza de sus obras, aunque creo que a él no le gusta nada que lo califiquen de artista urbano y sí más de simple (o complejo) grafitero.
Preguntado por su estilo de pintura y literatura, las respuestas son claras:
“Depende de quién me califique. Yo baso cada obra que hago en mis propias teorías de la luz y los contrastes de color. Me gustan mucho las formas cortantes combinadas con otras sinuosas, pero sigo construyendo mi estilo y, aunque intuyo el final de lo que quiero, no sé muy bien cómo va a ser el camino hasta llegar a él. Tan solo me obligo a tener soltura dentro de unas estructuras, y profundizar en ellas, para garantizar que todo combine. Lo que si me han dicho varias veces, y creo que es acertado, es que me muevo en el campo del Surrealismo Pop.”
“Cuando era adolescente sí que intentaba decir algo, ponía frases sobre la vida o la política, pero desde hace unos años tan solo me he limitado a defender mis "skills" como un obseso. Sin embargo, poco tiempo atrás he regresado a las cosas con significado. Creo que es necesario que mi obra tenga un mensaje, sin ese mensaje el mundo interior no crece, solo se pavonea. El mensaje de ahora es más abstracto, no creo que mucha gente lo entienda, y sé que se ve mejor si miras la obra en general más que por una sola pieza.”
“Como escritor solo he de decir que mientras evoluciono veo dos posturas a la hora de pintar de las cuales me quiero alejar, y creo que eso me define. Odio hoy en día a la gente que se cree que las cosas salen por inspiración divina, como si vivieran en una burbuja y fueran algo así como el "todopoderosocreador", e igualmente me quiero alejar de la gente que opina lo opuesto, que todo es de todos, que lo que se ve lo puedes hacer tuyo sin medirte en nada, porque estos encima me causan vergüenza ajena con su "Jipismo con J". Lo más difícil y valiente es mantenerse en medio de ambas posturas y, siendo consciente de la influencia, medirte para no ser una esponja sin sentido. Me aterra que mis obras se puedan convertir en un amasijo de adornos provenientes de todo lo que veo, en donde la única unión sea la técnica o algo de menos importancia aún.”