Tal vez sea simplemente ir de caza, no tiene más amor artístico que la copia de algo que otro ya realizó, pero no me diréis que como ejemplar de caza menor no es simpático y agradable tener en el zurron estos bichos voladores. Son del Casco romano zaragozano, de ese barrio en donde desde hace 2.000 años ya se pisaba por las mismas calles.