El exceso de color distrae la vista crítica con el arte, lo que obliga a tener que acompañar la saturación con algo más, para destacar entre el todo. En este caso, sobre la calle tremendamente iluminada sonaban estrepitosamente las músicas acompañando el encendido de las diferentes luces, para ambientar la situación de saturación con más elementos que sujetaran al espectador. El efecto final, la suma del color y la luz más el sonido bien elegido resultaba excelente. Pero al callarse la música todo se volvió más chabacano.