El caos tiene sus reglas; no es fácil lograrlo con pocos elementos y lo sabe él mismo. Si intentas crear caos con una o dos formas horrorosas es complicado lograrlo pues resulta insuficiente. Pero a veces se puede. Un poco de dejadez, de polvo de viejo, de abandono disfrazado de tiempo muerto. Si le añades el absurdo, lo curioso, lo inútil e incapaz de servir para algo, puedes lograr un pequeño museo al caos local. Esta terraza valenciana es un ejemplo de ello. No sabemos qué piensan los muñecos, qué piensa la dueña de estos elementos (sí, es dueña), pero sabemos que es el caos. Puede que incluso un maravilloso caos desorientado e informal.