Esta obra era un fresco mural hoy traspasado a tela para
poderse ver en el MNAC y que procede de la iglesia de San Juan de Boí en el Alta
Ribagorza y data sobre el año 1100. Representa la Lapidación de San Esteban que
está ungido por la “luz” de Dios que le manda con la mano fuerza y santidad mientras
sufre el apedreamiento de tres individuos por lo que ya sangra en la frente. Es
una representación icónica de la vida de los santos que en aquellos siglos
empezaba a ser representada en las obras de arte románico.