Rodeado de derribos se encontraba solo. La única manera de sentirse fuerte era poniendo cara de pocos amigos. pero no lograba abrir del todo los ojos. Al tenerlos entornados denotaba un cierto cansancio, un adormilamiento fruto de una mala noche, de una vida compungida de excesos. por eso abría la boca, enseñando su completa dentadura, para morder si fuera preciso.