En el escaparate del bar habían colocado mensajes para que no tuviéramos duda de que aquel local era simpático y agradable.
Elegí uno entre muchos para llamar a mi pareja y hacerle notar que lo que tocaba era disfrutar de los momentos.
Me pareció una forma muy simpática de hacerse notar ante el viandante, una publicidad sencilla pero eficaz pues te obliga a pensar.
No pude entrar, era ya tarde, pero se lo merecía.