No era una sonrisa sino un guiño.
La vi en un instante de éxtasis descansado y me levanté del trono a buscar la cámara.
A nadie lo podría explicar qué vi ni qué me motivó a levantarme.
A veces las locuras son instantáneas, no se mantienen mucho y hay que aprovecharlas.
O hay que pedir perdón. Depende.
En el nombre de la imagen está el lugar.