El Cipotegato o Cipotero Gato es la fiesta más universal e importante de Tarazona (Zaragoza) y que se celebra el 27 de agosto dentro de las fiestas de su patrón San Atilano. Representa a un Mítico personaje turasionense encapuchado y disfrazado de arlequín con los colores amarillo, rojo y verde.
La Wikipedia nos dice que: "Antiguamente, en Tarazona había una cárcel. Una vez al año, en fiestas, se daba la oportunidad a un preso de ser libre. Se le daba un palo con una cadena que acababa en una bola, (tal como el que lleva el Cipotegato actualmente), y se le decía que si era capaz de salir del pueblo era libre. Entonces se le soltaba en medio de la plaza del ayuntamiento. Lo que él no sabia es que le esperaba todo el pueblo con piedras en las manos." (El Deivi, La Cafetría, 1995). Existen referencias documentales del Cipotegato desde mediados del siglo XVIII, pero realmente se desconoce la real fecha del origen de la tradición creyéndose muy antigua.
Dejo una sección de la imagen del monumento que enfrente del Ayuntamiento de Tarazona se erige en honor a este personaje, representación que cada año es peleado entre decenas o cientos de jóvenes turiasonenses para ser el elegido. El Cipotegato sale del Ayuntamiento a las 12 horas del día 27 y debe alcanzar en menos de 15 minutos de tiempo el monumento que hay enfrente del Ayuntamiento a la carrera recorriendo las calles Mayor, Conde, Arco Magdalena, Cuesta de Palacio, San Juan, Fueros de Aragón, Paseo Constitución, San Francisco, Visconti y Doz antes de llegar a su meta (el monumento que hay en la plaza España). La figura arlequinada tiene que esquivar un año más una lluvia de tomates, así como los empujones y agarrones con los que los vecinos tratarán de obstaculizar su carrera. Es ayudado por todos sus amigos para lograr su objetivo.
Este año 2013 se presentaron casi 200 personas para tener el honor de representar a su localidad soportando golpes en una fiesta dura en donde debe el joven elegido, tapado para que no sepa nadie quien es, lograr alcanzar la altura del monumento, en cuyo momento ya no es zarandeado y golpeado.