Tras cualquier derrota guerrera, viene el dolor y la pena, la grisura social y el dolor, la muerte y la sangre seca.
Era Egipto en el verano del 2013. Tras la noche del 14 de agosto en donde murieron más de 500 personas y casi 4.000 resultaron heridos.
No sabíamos en el año 2013, en qué acabaría todo, pero sí supimos como corría la sangre por las calles. La fotografía es muy buena periodista.
Hoy, en 2024, sabemos qué fue sucediendo, qué sigue sucediendo en toda aquella zona del planeta. No somos capaces de aprender.