La derrota social tiene muchas aristas, muchos puntos de vista.
Muchas amargas imágenes.
Nos vamos acostumbrando al declive, al hundimiento social, a mirar hacia otro lado, a asumir que la desgracia ajena no es la nuestra.
Es Madrid a las 10 de la mañana, en el centro, en una zona turística.
Es una mujer rota, doblada, pidiendo sobrevivir.
Pasábamos por allí tras ver imágenes parecidas en esquinas o aceras de la misma Madrid.
Nos vamos acostumbrando al dolor y sin hacer nada.
Somos unos borregos que empezamos a ser hasta peligrosos.