El aburrimiento y la sensación de angustia también se apodera de las palomas. Estas no parecen “de la paz” pero están como compungidas, recogidas en el susto, mirando de reojo a los que nos acercábamos en busca de su imagen.
No querían volar pues se sabían seguras en la distancia y la pared. Nunca nadie había osado molestarlas más cerca que nosotros, por eso dentro de la angustia estaban seguras y ajenas a nosotros.
Vamos…, que nosotros les importábamos tres pitos. Ellas no sabían que aquellas piedras sobre las que habían horadado huecos con ayuda de la erosión, eran zócalos romanos de la muralla. No entendían de historia.
No querían volar pues se sabían seguras en la distancia y la pared. Nunca nadie había osado molestarlas más cerca que nosotros, por eso dentro de la angustia estaban seguras y ajenas a nosotros.
Vamos…, que nosotros les importábamos tres pitos. Ellas no sabían que aquellas piedras sobre las que habían horadado huecos con ayuda de la erosión, eran zócalos romanos de la muralla. No entendían de historia.