Gran Hermano es además de una idea literaria y un programa de televisión una duda y un deseo de controlar todo. Detrás de Gran Hermano siempre hay personas, hay dirigentes que toman medidas, hay deseos por controlar pero también objetivos, hay resultados y privacidad que se pierde. Hay defensa pero también ataque, hay la sensación de que las personas, todas, somos meros actores de una pantalla que nos controla para separar el polvo de la paja, sin que nosotros nunca sepamos qué somos ni qué pensaban otros qué éramos. Y lo curioso es que además no cobramos por ser actores de este teatro, a cambio tenemos que pagar. ¡Snif!