No me gustan los toros, pero reconozco su estética y su arte visual, su capacidad de fascinación incierta donde se junta color, fuerza, estructura, miedo, dolor y sangre. Si los toros no fueran negros no sería igual la estructura final, si los toreros o guardas no tuvieran una estética de luces y colores diseñados para conjugar con los animales, tampoco.
Todo parece estar hecho para la fotografía, el cuadro, la observación tranquila pero con el temor y el riesgo dentro. Somos los cobardes que solo observamos y que nunca nos pondríamos delante para sentir lo que sufren los protagonistas.
Odio la muerte, creo que todo podría ser igual sin tanto final repetitivo. Siempre quedan seis a cero y eso es aburrido. Me encantaría el empate a cero.