Cuentan que un marinero se tiró al mar un día de aguas rotas en busca de su sirena soñadora. No sospechó nunca que los sueños son válidos solo mientras estás dormido, que al despertarse todo se vuelve de color y de temor a partes iguales y que las aguas bravas mojan por dentro sin dejarle pasear con el pensamiento de los sueños. Era un marinero idealista que siempre pensó que el mar era cosa de magos atrevidos que se creían todo lo que soñaban. Al final logró reunirse con su sirena, pero a él no le crecieron aletas con escamas.