Las reuniones de muchos se pueden hacer en orden o en desorden, con espíritu de compañía o con el enfrentamiento. No todos somos iguales: unos más largos, otros con punta, algunos más claros, otros disimulados, algunos cruzados, muchos inclinados hacia su beneficio privado. Pero siempre será el agua de la vida la que unifique colores oxidando nuestras formas, pues somos muy débiles aunque nos creamos duros como el hierro. Casi nunca somos acero.