Los productos más normales también tienen su belleza escondida. Unos simples tomates rojos, sabrosos y redondos, en este caso pequeños tipo cereza, tienen unas flores amarillas de las que poco a poco va surgiendo el fruto. A la izquierda se puede observar ligeramente uno de ellos empezándose a formar. La belleza de la vida simple, que se repite desde hace millones de años.