La Reina observa el paisaje a través de una ventana, recordando a su amado que yace en el mismo palacio de Tordesillas y a donde se traslada ella para estar siempre cerca.
Entre la puerta entreabierta del fondo se puede observar el féretro de su esposo, reposando en las estancias. A la derecha del cuadro, una dama de la corte reza el rosario mientras otra sirvienta parece teje una prenda de lana, complementando la obra de gran calidad pictórica pero también ambiental pues refleja con siglos de posteridad una habitación de época.