Me di la vuelta por detrás y vi los pliegues, el cierre de uno de ellos, la zona del cogote que permanecía ligeramente más doblada para poder sujetar la cabeza.
Pero os puedo jurar que al volver a mirarlo de frente me sonrió con carcajada, cambió su rictus y se me quedó mirando con guasa, levantando ligeramente su cabeza hacia mí.
Pero os puedo jurar que al volver a mirarlo de frente me sonrió con carcajada, cambió su rictus y se me quedó mirando con guasa, levantando ligeramente su cabeza hacia mí.
Aproveché para hacer la fotografía que os dejo, pero enseguida volvió a ponerse serio, con cara de papel.