Es su vivienda habitual y cuando está medio destrozado lo lógico es que lo contemple preguntándose el por qué. El río venía lleno, casi desbordado, pero la primavera ya había calentado los ribazos y las ganas de poner huevos aumentaban.
No era ocasión, con aquellas aguas, se preguntaba el pato; tendrá que esperar la hembra, se dijo dubitativo.
Y siguió mirando las aguas llenas en busca de más calma.