El mar nos entrega bellezas feísimas, productos maravillosos que nunca nadie se comería si antes el hambre le perseguía hasta límites insospechados. ¿Quién probó por primera vez unas ostras, unos erizos de mar? El hambre le debería perseguir muy de cerca. Pero es maravilloso. En ambos casos es comer mar a bocados, es simplemente eso, comerse el mar sólido, o casi, en forma de un producto natural maravilloso. En otro blog comentaré cómo se toman, que es muy simple.