Me gustó el encuadre de estas pequeñas figuras agachadas, leves esculturas sin rostro y de formas deformes que se encogían como para pasar desapercibidas. Pero las pillé y me las traje a mi casa. He intentado adivinar qué cara tienen, quienes se esconden entre sus arcillas, pero ha sido imposible. Ellas quieren seguir siendo anónimas y yo debo respetarlas. Lo que no pienso decir a nadie es que estaban dentro de un montaje con una gran música acompañando su posición de escondite. Es un secreto.