Estas piedras de río casi siempre estaban llenas de agua, se sentían no solo secas sino también ásperas, abruptamente insociables y broncas con sus vecinas de orilla.
Eran insociables pues dependían del agua para seguir viajando y solo algunas lo conseguirían a costa de tener buena posición redondeada de partida.
Si quedaban planas no lograrían moverse, si redondeaban sus laterales podrían correr con el agua, en busca de los destinos nuevos.
Rodaban solo si lograban la suerte de estar en buena posición. Para ganar, otras tienen que perder. Y eso que son piedras, simples piedras.