Me gusta encontrarme con los que se asoman a las ventanas.
Para dialogar, mirarnos a los ojos, sospechar qué piensan, adivinar sus problemas y entresacarles sus soluciones.
Iban de blanco aunque el polvo las delataba.
Miro hacia las ventanas buscando los que se asoman pues siempre hay sorpresas.
Iban de blanco aunque el polvo las delataba.
Llevaban ya mucho tiempo asomadas y sin respuesta clara.
El gran error era haber puesto la verja de alambre, que les impedía volar o lo que es más fácil, que las “volaran”.