Cielo de mar, bravo y desafiante, duro pero bello que asusta para desaparecer, pues muere el día preocupando, dejando la señal de que se está reventando con toda la batalla posible, con sus rojos amenazantes o sus amarillos de fuego. Todavía el azul celeste se deja ver para señalarnos lo que volverá al día siguiente, cuando vuelvan a nacer las nubes nuevas.