Al verte rodeado de piedras de colores, pensé en tus motivos para sentirte agarrado al presente en aquel lugar tan inhóspito. No entendía bien como habías llegado hasta allí. Di varias vueltas buscando las agarraderas, pero casi todas las raíces estaban sobre el aire, no logré entender bien de qué te sujetabas para no caerte. Y no te caías. Estabas muerto, eso si, tal vez es que los cadáveres estén más rígidos y por ello no se caigan con el viento de cara. Pero me resultó curioso que las tripas de tus raíces estuvieran sujetando las piedras o al revés.
Seguías erguido.
Imagen de Julio Puente