Juan
Fernández “el Labrador” adquiere ese sobrenombre debido a que vivía en el
campo, donde se especializó en cuadros que representaban frutas puestas en
bodegones. Él mismo firmo una de sus obras con este sobrenombre.
Para
empezar el año 2013 en este pequeño Museo Luz y Artes, tal vez tras unos días de
abusos de vinos de diverso tipo, nada como colocar aquí el cuadro “Bodegón de
cuatro racimos de uvas” que está en el Museo del Prado (dispone de 5 obras de
este autor), realizado sobre el año 1630. Es un cuadro pequeño, de unos 44 x 61
centímetros.
La calidad y detalle de sus obras hizo que
fueran apreciadas en las cortes inglesa y española para decorar salones de las
cortes, y a que el nombre del pintor haya sido mencionado con admiración por
los primeros historiadores de la pintura española. Entre esos frutos,
desarrollo un especial interés por la descripción de racimos de uvas, que
construye con una técnica claroscurista, destacándolos sobre un fondo oscuro y
utilizando las luces y las sombras para modelar los volúmenes y crear un
poderoso efecto de ilusión y de realidad. A través de esa técnica alcanza una
gran capacidad individualizadora, que le permite no sólo precisar las distintas
variedades a las que pertenecen las uvas, sino también su diferente estado de
maduración.