La
jefa del Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado, Carmen Garrido,
asegura haber descubierto una nueva pintura de Velázquez, en el retrato del
secretario de Felipe IV, Sebastián de Huerta, que se conserva en la ciudad
alemana de Munich.
El
lienzo de 121 por 101 centímetros representa a Sebastián García de Huerta
(1576-1644), Capellán de la Iglesia de Santo Domingo en el Antiguo de Toledo
desde 1590, Notario Apostólico de la Catedral de Toledo y Secretario del
Arzobispado de la misma ciudad. Hasta el año 1930 pertenecía a los
descendientes del Secretario de la Inquisición, lo que ha permitido su buena
conservación al no pasar por muchas manos. Necesita alguna limpieza menor y
unas pequeñas rectificaciones y repintes ligeros. Se vendió ese año por 41.000
pesetas a un anticuario de León.
Licenciado
en Derecho por su universidad en 1615, fue nombrado Secretario del Supremo
Tribunal de la Inquisición el 12 de diciembre de 1616 y secretario de Felipe
III y Felipe IV en el Real Consejo Supremo de la Santa Inquisición.
La
atribución a Diego Velázquez que hace Carmen Garrido, se realiza tras el
pormenorizado análisis técnico realizado por el Instituto Max Doerner,
dependiente de la pinacoteca Alte Pinakothek de la ciudad de Munich. Asegura la
experta que los trazos velazqueños «son inconfundibles». Y que los rasgos de su
peculiar manera de pintar se hacen evidentes en detalles como «la pincelada que
marca el horizonte» y la resolución de las cabezas y las manos del retratado
«con unos cuantos brochazos». Garrido data la obra justo antes del primer viaje
a Italia de Velázquez. En su análisis compara el cuadro con otros de esta etapa
madrileña, la más desconocida del pintor y de la que solo se conserva una
decena de lienzos. Destaca la experta las semejanzas compositivas y de factura
con los retratos de Felipe IV y del Infante Don Carlos, conservados en el
Prado, y explica cómo una radiografía ha revelado que la misma tela oculta
esbozada una Virgen. Se trataría de la figura invertida de una Dolorosa, la Virgen
de la Soledad, que Velázquez habría dejado inconclusa, girando después el
lienzo y pintando sobre él el retrato del inquisidor.