Una de las particularidades del arte religioso católico español es la dureza de algunas de la imágenes, sean esculturas o cuadros religiosos, reflejando sufrimientos, torturas, dolor, muerte y con profusión de detalles reales.
En el caso de los Cristos es evidente que para los españoles es muy normal contemplar estos sufrimientos con desgarrador realismo, pero no así para los que desde otros países, sobre todo americanos del norte, contemplan nuestro arte religioso desde una visión muy diferente a la nuestra.
Este Cristo yacente, de Gregorio Fernández en madera policromada con añadidos de marfil, vidrio y asta, es propiedad del Museo del Prado aunque se puede contemplar en el Museo Nacional de escultura de Valladolid.
Es muy sobrio y real mostrando la anatomía de un cuerpo yacente, muerto pero con una belleza emotiva aunque cruel que intenta mostrar el sufrimiento de Jesús en su muerte como motivación pedagógica para entender mejor el camino de su final.
Esta escultura del naturalismo castellano está realizada entre los años 1625 y 1630.