Un jardín de cactus, un niño dibujando, y unas manos que elaboran un tallo completa la estructura de arabescos, ofreciendo un conjunto complejo de descifrar.
Es como un enigma, un laberinto contemplado por el niño, en donde un caracol intenta avanzar sin pincharse fuera del camino enrevesado del laberinto.
Personalmente me molestan las manchas blancas, pero eso es una apreciación mía, pues también ayudan a entregar más luz.
La obra está en el Museo Patio Herreriano de Valladolid.
La obra está en el Museo Patio Herreriano de Valladolid.