Los Guerrilleros del ganchillo, Las Guerrillas de ganchillo o “yarnbombing”, han atacado en Zaragoza al caballito de bronce que recuerda al que había de cartón detrás de la Lonja en la Plaza del Pilar y que utilizaba un conocidísimo fotógrafo de los antiguos, que hacía fotos por encargo a niños y militares.
La imagen del caballo de bronce disfrazado de colores, enfundado en ganchillo, metido en un jersey para los fríos, es un ejemplo más de que el ARTE no tiene ni color ni forma, no conoce expresiones cerradas sino es una manera de estar siempre abierto a la exploración, a las nuevas técnicas, a la provocación, a la sorpresa.
El caballito volverá a su textura original cuando sea, pero mientras tanto ha recobrado vida nueva durante un tiempo, con este pequeño disfraz de colores que le vuelve a dar importancia y obliga a no pasar desapercibido dentro de un paisaje común ya asumido por nuestras miradas. Por mi parte, un aplauso a los “Guerrilleros del ganchillo”.