Me gusta la música como elemento motivador, como actividad que impregna de sentimiento todo lo que rodea de sus contenidos, cada vez más completos y complejos, en donde la voz, el instrumento musical o el ritmo sonoro se mezcla con la decoración, la escenografía, la puesta en escena.
Hoy he visto Eurovisión tras varios años sin prestarle atención. Me ha perecido un gran cambio con lo que imaginaba, con lo que esperaba. La puesta en escena de este año ha sido muy buena, la escenografía y la composición global del programa muy alto, con lo complicado que es sorprender y crear escenarios diferentes y nuevos.
Me ha gustado la canción ganadora, Euphoria cantada por Lereen de Suecia. Pero también me ha gustado la representante de Albania, Rona Nishliu; la de Italia, Nina Zilli; la de Ucrania, Gaitana; e incluso el atrevimiento de las representante s de Rusia. No me ha gustado Pastora Soler representando a España y lo siento. Creo que la televisión de Azerbaiyán ha realizado un gran trabajo y que la música ha salido ganando con unos cambios interesantes. Falta sin duda cambiar el sistema de votación clientelar entre amigos y vecinos, que no sirve para valorar lo bueno sino si acaso la proximidad geográfica o política. Pero eso es otro tema.