Antoni Tàpies i Puig, era uno de los grandes maestros de la vanguardia del arte del siglo XX en España, que falleció ayer en Barcelona a los 88 años. Con Antoni Tàpies desparece uno de los grandes referentes indiscutibles del arte contemporáneo mundial tanto en pintura como en grabado, dibujo, escultura o collages.
Antoni Tàpies no ha sido solo un gran pintor y escultor sino un intelectual de primer orden, teórico del arte y coleccionista, autodidacta y con un estilo propio muy personal, perfectamente reconocido. Catalanista claro y contundente, definía su Arte con la palabra matérico, en referencia al uso de elementos de enorme y a veces chocante y humilde fisicidad, hasta vulgaridad, trascendidas por una dimensión espiritual cuyas raíces conectaban con lo más íntimo y ancestral del alma humana. Era un artista y al tiempo un sabio con ribetes a veces de un misticismo de corte telúrico, influenciado por la espiritualidad oriental y especialmente el budismo zen, amante de la literatura, la filosofía o la música.
Fue uno de los fundadores del grupo Taüll en 1955 junto a Modest Cuixart, Joan-Josep Tharrats, Jordi Mercadé, Marc Aleu o Jaume Muxart, habiendo expuesto en vida dentro de los mejores museos del mundo.
La obra de Tàpies está marcada por las rugosidades, las rasgaduras, las grietas, las cruces y números y signos de su mitología personal. Su trazo es enigmático, su voluntad intrincada, pero su estilo es inconfundible. Todo eso conforma la obra de un artista esencial. Fue un gran cultivador de nuevas técnicas de dibujo, litografía y 'collage' sobre nuevos soportes plásticos
Implicado siempre en los acontecimientos políticos y sociales de su época, se opuso a la dictadura franquista en los años sesenta y setenta y fue encarcelado por asistir a una asamblea clandestina en el monasterio de Montserrat en protesta por el Proceso de Burgos. En 1950 hizo su primera exposición individual, en Barcelona, y viajó a París becado por el Instituto Francés. Allí conoció a Picasso y al cubismo. Años después, en coincidencia con el arte Povera europeo y el postminimalismo estadounidense, Antoni Tàpies profundizó en su trabajo con objetos, descontextualizándolos e incorporándolos a su lenguaje propio. Influenciado también por Joan Miró, al que admiraba en grado sumo, su búsqueda artística pronto tomó derroteros muy personales en paralelo al interés por la nueva espiritualidad.
El de Tàpies es un arte en el que se dan la mano de manera especial occidente y oriente, lo particular y lo universal, ciencia y mística, lo vulgar y lo sublime. Artista polimórfico y completísimo, renacentista en la acepción más grandiosa de la palabra, deja la espiral de un astro humeante, una cicatriz, una grieta, sobre la superficie estremecida del arte contemporáneo.