Ha muerto un soñador, un Steve Jobs que ayudaba a soñar, a ilusionarse por la tecnología, a lograr que creyéramos que el futuro se escribía a golpes de nuevos sueños imposibles.
Ha muerto un joven hombre de negocios que adivinó el futuro, lo construyó para nosotros y lo supo vender como nadie.
Hoy la manzana de Apple tiene dos mordiscos.