El pintor Joan Miró fue un artista comprometido con su tiempo y sobre todo, con Cataluña y esa lealtad a su país está presente en toda su trayectoria vital. Y esta faceta que explica su posición dentro del mundo y la época que le tocó vivir —una trayectoria de 90 años durante los cuales se sucedieron dos dictaduras, una república y una guerra civil y dos guerras mundiales— es lo que explora la exposición “Miró. La escalera de la evasión”, en la Fundació Miró de Barcelona hasta el 18 de marzo de 2012.
Se trata de la exposición más ambiciosa e importante que acoge Barcelona y España acerca del pintor Joan Miró desde que en 1993 se celebró la retrospectiva de su centenario. Una exposición organizada conjuntamente con la Tate Modern de Londres y la National Gallery of Art de Washington y reúne más de 170 obras procedentes de colecciones públicas y privadas de todo el mundo. Se muestran obras que difícilmente volverán a verse en España como el caso de La masía, Naturaleza muerta del zapato viejo, La tierra labrada, y el tríptico Azul, por citar solo algunos ejemplos.
La escalera de la evasión puede leerse también como una retrospectiva, no en vano abarca siete décadas de producción del que "fue uno de los grandes maestros del siglo XX", que se organizan cronológicamente y se agrupan en los tres momentos en que el compromiso de Miró fluye con más intensidad: la etapa temprana y su vínculo con la catalanidad que nunca abandonará, los años de la guerra civil y el nacimiento del nuevo lenguaje del artista y, por último, la dictadura franquista y las pinturas monumentales.
Las primeras salas exploran los vínculos con su Cataluña natal, en especial con la masía familiar de Mont-Roig, así como la inflexión que supuso su estancia en París y la liberación creativa del surrealismo; de este periodo son La masía (1921-1922) y la secuencia Cabeza de payés catalán (1924-1925). En la sección central se repasa el drama de la Guerra Civil, con protestas explícitas del artista en obras como la serie de Pinturas salvajes (1924-1936) o la Naturaleza muerta del zapato viejo (1937), y también se incluyen las piezas que pintó por encargó del Gobierno de la República para el pabellón español de la Exposición Internacional de París, donde convivieron con el Guernica de Picasso.
El estallido de la Segunda Guerra Mundial provocó respuestas más íntimas, como las célebres Constelaciones, serie desarrollada entre 1940 y 1941, y otras más perturbadoras como la serie 'Barcelona' (1944), el comentario plástico de Miró a la Guerra Civil. Durante el régimen franquista, Miró trabajó en una especie de exilio interior, pero su compromiso queda patente cuando decidió oscurecer o incluso quemar sus trabajos, como hizo en la serie Telas quemadas (1974), en la que captó la atmósfera de rebelión y ganas de cambio de los años 70. La idea de la exposición surgió hace dos años de una conversación entre la directora de la Fundació Miró, Rosa Maria Malet, y el entonces director de la Tate Modern de Londres, Vicent Todolí, y ha sido comisariada por Matthew Gale y Marko Daniel, en colaboración con la conservadora de la Fundació Joan Miró, Teresa Montaner.