Si somos unos excelentes dibujantes podemos dar frescura a nuestra pintura dibujando sin más ayuda que nuestra buena mano. Pero es posible que no seamos buenos dibujantes y que en cambio sí que sepamos mucho de formas, de color, de disposición de elementos, de gusto por la belleza y la composición.
En este caso y en ninguno, no debemos olvidarnos de seguir practicando la creación artística y pintar por el simple y sencillo motivo de que NO sabemos dibujar.
Nos podemos ayudar de fotografías, del ordenador, de fotocopias, de impresos sacados desde nuestros archivos, etc.
Imaginemos un cuadro de un hijo nuestro, del que necesitamos al menos bocetar con acierto sus facciones para que se parezca en el cuadro. Si no somos capaces de ayudarnos de algún sistema fotográfico será muy complicado que se parezca.
Si tenemos una fotografía la debemos retocar en el ordenador hasta dejarla muy suave y tenue, con las líneas de delimitación muy marcadas, que sirva con poco tono indicarnos las delimitaciones y los detalles del retrato.
Sacaremos por nuestra impresora esta imagen al tamaño real de cómo vaya a ir luego en el cuadro, en el lienzo. Si es más grande de un A4 la sacaremos a trozos para después montar sobre una mesa o sobre el cristal de una ventana todas las hojas impresas hasta hacer una imagen final que nos enseñe los detalles y las líneas del retrato.
Una vez con la imagen terminada, la posicionaremos sobre la tabla o el lienzo en el que vayamos a realizar el cuadro. Con un papel de copia por debajo, como los que se empleaban antiguamente en las oficinas para sacar copias en la máquina de escribir, iremos repasando con un bolígrafo las líneas principales de la imagen, para que se nos marquen levemente sobre el lienzo o la tabla.
Ya tenemos dibujado el retrato en sus líneas y proporciones que nos ayudarán mucho a saber pintar sin saber dibujar.
Nadie dijo que no debemos emplear todas las herramientas posibles a la hora de pintar un cuadro pues todo el que quiere crear algo utiliza muy diversas técnicas y herramientas.