17.1.25

Autorretrato de Goya con caballete y sombrero de luz


Esta obra de Francisco de Goya, un "Autorretrato ante el caballete" se pintó entre 1775 y 1795, más posiblemente en mitad de ese periodo, aunque no hay fecha exacta y se podría decir que sobre 1785. Es un óleo sobre lienzo del que vemos una sección y la obra entera. 

No es grande, mide 42 centímetros de altura y 28 centímetros de anchura, y se puede ver en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Es una joya que nos muestra a Goya ya maduro, muy expresivo, está en su mejor momento académico y profesional, y tiene un contacto muy directo con los alumnos a los que está formando.

Tiene delante el caballete, la paleta y pinceles, una mesa con todo lo necesario para escribir y hacer apuntes, y nos mira directamente como un profesor que está realizando una clase magistral a los espectadores.

Su lienzo, gran lienzo sobre el caballete, está colocado de forma diagonal como hizo Velázquez en Las Meninas y también quedó así reflejado. Y nos mira. O mira al espejo en donde él se ve reflejado, para poderse pintar así mismo.

Lleva un sombrero que se hizo famoso en alguna obra, pues por la noche y para trabajar más horas, le añadía a su alrededor velas encendidas para poder tener luz suficiente cuando se acercaba a la obra para retocarla. Es un gesto serio, muy aragonés, recio y contundente que no ofrecía dudas de su carácter muy seguro.



16.1.25

Jaume Plensa y sus obras inamovibles


Jaume Plensa es un artista muy reconocido en todo el mundo. O en casi todo el mundo, que tampoco vamos a exagerar. Habla con las formas, con sus cabezas o sus letras, crea energía con luz y lenguaje, con formas de mujeres que somete a la tortura artificial de alargarlas para modificar los espacios que ocupan.

Todas sus obras son bellas. Incluso las que no lo parecen a primera vista. No todas son similares, hay que advertirlo, y así nos podemos dar cuenta de que a veces también son trabajos de jaume Plensa, aunque no lo parezcan.

Son mujeres pero son también seres inmateriales, como espíritus de ellas mismas, como algo que perdurará en el tiempo y que no cambiará de forma a la misma velocidad a como lo harán las mujeres para las que usa de modelos.

Lo material, sus hierros, maderas o metales, son más duros que las miradas de las mujeres, que la propia realidad de sus modelos. Son esculturas que hablan o que nos ordenan, y las observamos sabiendo que tenemos que obedecerlas.